jueves, 22 de mayo de 2008

Con el Espíritu de las Musas




Una vez más la generosidad de este maravilloso mundo de las letras golpeó a mis puertas. Marcela Vanmak, una gran poeta y escritora argentino-israelí ha unido escritores del mundo y he tenido la satisfacción infinita que seleccionara dos poesías mías para acompañarla en este "Su" libro, al que ella siempre se refirió como "nuestro".

Tengo la suerte de compartir ese mundo dónde convergen distintos estilos y pensamientos que se abre a los ojos del lector y que Marcela llama "mi libro-hogar",junto a esta magnífica mujer y estos magníficos compañeros de letras:

Milagros Hernández Chiliberti (Chile)
Alejo Urdanera Fuenmayor (Venezuela)
Ursula Grösslinn (Chile)
Luis E. Prieto Vázquez (España)
Gustavo Rubens Agüero (Argentina)
Cristian Nutz (España)
Adriana Victoria Arce (Argentina)
Natalia Gaete (Chile)
Juan Antonio Pizarro Martín (España)

A Marcela y a ellos dedico ete poema que creo que resume el deseo del poeta, el de perdurar en la memoria de los que lo leen.

Volveré en mis versos

Cuando no sea yo misma,
cuando me atrape el tiempo,
con sus manos de arena
nacida de mis huesos,
y me suma en olvido,
volveré en mis letras,
ingresaré en tu mente,
renaceré en tus ojos,
te impregnaré de palabras
que he dejado sembradas.
Danzaré entre estrofas
como musa pagana,
y mis pies marcarán el compás
del sonido impetuoso del viento.
Se humedecerán tus pestañas
al descubrir mis plegarias,
alegrías o llantos desgranados
en versos.
Me verás niña,
joven,
mujer enamorada,
o madura cual fruta rebosante en
la planta,
pero nunca dirás que mi alma callaba,
porque así la ofrecí en cada palabra
sin medir consecuencias
sin importarme nada,
me mostré ante el mundo
en ofrenda sagrada
para que un día lejano
mis palabras escritas
a tu lado llegaran..





María Magdalena Gabetta


¡GRACIAS MARCELA!

viernes, 2 de mayo de 2008

La Pluma







Fue un errático soplo divino
el que depositó en tus manos,
la blanca pluma angelical.
Asombrada observaste la raíz sangrante
que te habló de los dolores
de su desprendimiento.

Se presentó ante tus ojos
la imagen del ángel herido,
su ala rota, quebrada, ensangrentada.
los otros ángeles socorriéndolo,
mientras desde lo alto una luz cicatrizante
intentaba curar la mortal herida.

Acariciaste suavemente la pluma,
y su delicadeza te transmitió
el benéfico consuelo,
que su roce alguna vez prodigó sobre
dolientes almas.

Su blancura te habló de la pureza
de aquél que la había extraviado,
e intuiste su desolación.
Su unicidad te contó de su separación
de esa especie de seres mágicos y divinos.

Evocaste al ángel que fuiste
antes que el rayo de la duda te hiriera
provocando tu caída,
con tus enormes alas rotas,
ante la suprema mirada.

Te recordaste herida, erradicada, castigada,
condenada a volver a nacer
en este universo de dolor.

Al recibir el don de la comprensión
una perla escapó de tus ojos
añorando el paraíso perdido,
como esa pluma angelical
que un errático suspiro divino,
depositó en tus cálidas manos.

María Magdalena Gabetta




Dibujos realizados para este Poema por la Pintora Argentina Mónica Iturrioz