Cintura dolorida, manos ajadas
que en la caricia se vuelven tiernas,
dulce mi madre en su faena.
Su mirada se vuelve pájaro
cuando me mira,
en su boca aleteando siempre
una sonrisa.
Dulce mi madre, ella me canta
canciones viejas,
de ésas que mi abuela
hace muchos años a una pequeña,
de rubias trenzas,
con voz de alondras, también cantara.
Por un instante el pájaro vuela
trémulo se aleja de su mirada,
para posarse allí a lo lejos,
en el recuerdo de aquella niña
que un día fuera y que aún palpita
dentro de su alma
Cintura dolorida,
gruesa en el tiempo en que fuera tierra
recibiendo siembra, fecundando hijos,
brindándose entera,
leche y ternura
mi madre buena.
María Magdalena Gabetta
Esta poesía la escribí pensando en mi mamá cuando era joven y cantaba todo el día