Fue un errático soplo divino
el que depositó en tus manos,
la blanca pluma angelical.
Asombrada observaste la raíz sangrante
que te habló de los dolores
de su desprendimiento.
Se presentó ante tus ojos
la imagen del ángel herido,
su ala rota, quebrada, ensangrentada.
los otros ángeles socorriéndolo,
mientras desde lo alto una luz cicatrizante
intentaba curar la mortal herida.
Acariciaste suavemente la pluma,
y su delicadeza te transmitió
el benéfico consuelo,
que su roce alguna vez prodigó sobre
dolientes almas.
Su blancura te habló de la pureza
de aquél que la había extraviado,
e intuiste su desolación.
Su unicidad te contó de su separación
de esa especie de seres mágicos y divinos.
Evocaste al ángel que fuiste
antes que el rayo de la duda te hiriera
provocando tu caída,
con tus enormes alas rotas,
ante la suprema mirada.
Te recordaste herida, erradicada, castigada,
condenada a volver a nacer
en este universo de dolor.
Al recibir el don de la comprensión
una perla escapó de tus ojos
añorando el paraíso perdido,
como esa pluma angelical
que un errático suspiro divino,
depositó en tus cálidas manos.
María Magdalena Gabetta
el que depositó en tus manos,
la blanca pluma angelical.
Asombrada observaste la raíz sangrante
que te habló de los dolores
de su desprendimiento.
Se presentó ante tus ojos
la imagen del ángel herido,
su ala rota, quebrada, ensangrentada.
los otros ángeles socorriéndolo,
mientras desde lo alto una luz cicatrizante
intentaba curar la mortal herida.
Acariciaste suavemente la pluma,
y su delicadeza te transmitió
el benéfico consuelo,
que su roce alguna vez prodigó sobre
dolientes almas.
Su blancura te habló de la pureza
de aquél que la había extraviado,
e intuiste su desolación.
Su unicidad te contó de su separación
de esa especie de seres mágicos y divinos.
Evocaste al ángel que fuiste
antes que el rayo de la duda te hiriera
provocando tu caída,
con tus enormes alas rotas,
ante la suprema mirada.
Te recordaste herida, erradicada, castigada,
condenada a volver a nacer
en este universo de dolor.
Al recibir el don de la comprensión
una perla escapó de tus ojos
añorando el paraíso perdido,
como esa pluma angelical
que un errático suspiro divino,
depositó en tus cálidas manos.
María Magdalena Gabetta
Dibujos realizados para este Poema por la Pintora Argentina Mónica Iturrioz
5 comentarios:
Hola!
tanto tiempo sin tus poemas
ya te estaba extrañando!!!!
una vez mas
preciosas tus palabras
llenas de vida
emoción
y textura!!!
cuidate mucho!
Me recordaste una tarde en que, siendo mi niña una bebota de año y medio, al entrar en casa de mi hermana (todo estaba cerrado, puertas y ventanas) dijo: mira!!!!, nos dimos vuelta y nada vimos... pero al subir los peldaños de la escalera hacia el descanso que señalaba Vicky, encontramos una pluma blanquísima, pequeñita... y ella dijo: "se le cayó a él, era así!" señalando ahora un angelito que colgaba del techo en medio del comedor... me recordaste que antes de temer fui ángel... y que fui niña.. y que sigo teniendo alas. Un abrazo, Negra! como te dije alguna vez... aprendo tanto con vos!... besos
Hola, Pincha en el enlace y te encontrarás
Hola Magda. Cuanta magia tenes al escribir. Es un bellisimo poema.
Cariños. Adriana
Cuanta belleza y magia encierran tus letras, esta vez acompañadas de dolor y dudas.
Esas imágenes que dibujó Mónica, ilustran y dan mayor realce al poema, si eso es posible.
Besotes muy fuertes. Rosa.
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